26 de abril de 2009

EL INSTANTE MAGICO


Hoy cierro mi día con estas palabras, palabras tan verdaderas como mágicas, tan ciertas como poderosas, tan lindas como la luz que nos despierta cada día y tan maravillosas que no me las voy a permitir olvidar...


...Sólo entendemos del todo el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado....
Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices.
Todos los días tratamos de fingir que no percibimos ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana.
Pero quien presta atención a su día, descubre el instante mágico.
Puede estar escondido en la hora en que metemos la llave en la puerta por la mañana, en el instante de silencio después del almuerzo, en las mil y una cosas que nos parecen iguales.
Ese momento existe: un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros.
La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista. El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños.
Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontar muchas desilusiones..., pero todo es pasajero y no deja marcas.
Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe.
Pobre del que tiene miedo de correr riesgos. Porque ése quizá no se decepcione nunca, ni tenga desilusiones, ni sufra como los que persiguen un sueño.
Pero al mirar hacia atrás oirá que el corazón le dice: "¿Qué hiciste con los milagros que Dios sembró en tus días? ¿Qué hiciste con los talentos que tu maestro te confió? Los enterraste en el fondo de una cueva, porque tenías miedo de perderlos. Entonces, ésta es tu herencia: la certeza de que has desperdiciado tu vida".
Pobre de quien escucha estas palabras. Porque entonces creerá en milagros, pero los instantes mágicos de su vida ya habrán pasado.


Paulo Coelho

SERVISTE HOY?



Toda la naturaleza es un anhelo de servir.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo; donde haya un error que enmendar, enmiéndalo; donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo.
Sé el que aparta la piedra del camino, el odio de los corazones y las dificultades del problema.
Hay la alegría de ser sano y la de ser justo; pero hay la hermosa, la inmensa alegría de servir.
Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho, si no hubiera en él un rosal que plantar, una empresa que emprender.
No caigas en el error de creer que sólo se hace mérito con los grandes trabajos; hay pequeños servicios: regar un jardín, ordenar unos libros, peinar a una niña.
El servir no es sólo tarea de seres inferiores. Dios, que da el fruto y la luz, sirve; pudiera llamársele así: El que sirve. Y tiene sus ojos en nuestras manos y nos pregunta cada día:
¿Serviste hoy?
¿A quién?
¿A qué árbol?
¿A tu amigo?
¿A tu madre?


Gabriela Mistral